Editorial Número 4

¡Bienvenidos a la cuarta entrega de El Archifonema! Continuamente en crecimiento, a partir de este mes de septiembre ya tenemos un blog para que puedan leernos desde cualquier parte del mundo. La dirección es: www.elarchifonema.blogspot.com También aprovechamos las ventajas de las redes sociales en Internet, con nuestro grupo en Facebook, donde la comunidad ucevista y eimista tiene acceso a nuestras noticias y fotos. No obstante, como era natural, no renunciamos a la manera tradicional de presentarnos en papel. Las palabras se las lleva el viento. E incluso en caso de un colapso de Internet, seguiremos existiendo, por ahora, como una modesta revista en formato carta.

Comienza un año escolar lleno de novedades, de asuntos por resolver. Nuestro país parece que se conmociona más cada día. Durante las vacaciones, en las que yo pretendía aislarme por completo del mundo como los vampiros que se entierran en un bosque lejano, no pude. Hubo, en poco tiempo, atentados terroristas, leyes orgánicas aprobadas en nuestra Asamblea Nacional, acusaciones y contra acusaciones entre presidentes latinoamericanos, una cumbre (la de UNASUR) en la que, por primera vez, nuestro presidente no brilló en lo más mínimo (ni para su popularidad ni para lo contrario), muerte de personajes mundialmente famosos, la epidemia de gripe porcina, huracanes y sismos... Simplemente no pude dejar de prender la tele para enterarme de todo lo que estaba pasando.

La Ley Orgánica de Educación aprobada recientemente está moviendo de maneras insospechadas nuestro sistema educativo. O por lo menos promete hacerlo. Sin emitir opiniones a favor o en contra de dicha ley, nadie puede negar que es una de las cuestiones que la mayoría de nosotros tiene en mente. ¿Cómo se resolverá el conflicto, las discrepancias entre los que la apoyan y entre los que no? ¿Cómo cambiará esto nuestro estilo de vida? Nosotros, estudiantes y profesores, pasamos muchas horas de nuestra vida en este ambiente, el ambiente de las aulas, los pupitres, la biblioteca, la universidad. No podemos dormirnos y dejar que todo se resuelva solo. Sea que quieras defender la LOE o que quieras objetarla, lo primero que se me ocurre decir es que hay que hacerlo con civilidad, con respeto a las ideas ajenas pero sin permitir yugos de ningún tipo. Las leyes deben respetarse, y también hay leyes para revocar aquellas que vayan en contra de los intereses de la cultura democrática y del progreso.

Contrario a lo que las personas suelen pensar, algunos todavía reconocemos la importancia de las cuestiones éticas y morales. Y no puedo dejar de señalar algo que me preocupa sobremanera: el deterioro, la erosión de los valores morales del venezolano que ha estado ocurriendo desde hace unos años. Padres, tíos y abuelos me aseguran que Venezuela no era así. Sí, ya conozco todo el cuento de la globalización, la transculturización, la influencia de Internet y de los ídolos musicales, de la crisis económica mundial y del aumento de la inseguridad en todas partes. Los jóvenes siempre se molestan cuando alguien se atreve a criticarlos. La verdad es que son el producto de los que nacieron antes, pero yo creo que, una gran parte de esos que nacieron antes se desentendieron de la responsabilidad de educar bien a los jóvenes. Y no puede haber transformación positiva de una sociedad a lo loco, sin una crítica sistemática, objetiva y racional, para producir las transformaciones que realmente son más oportunas.

La Universidad es un espacio para ejercer esas críticas necesarias, y también para recuperar esos valores, esa idiosincrasia mejor. No basta con adorar a los héroes del pasado nacional. Hay que estudiar y poner en práctica a los verdaderos sabios universales. Las Analectas de Confucio, por ejemplo, están llenas de bellísimos ejemplos de civilidad y de lo que un caballero debe ser. ¡No es tarde! ¿Qué será de nuestros hijos, sobrinos y nietos, si no hacemos nada para corregir lo que creamos que está mal? No hay tiempo para dejarse abatir, no hay tiempo para dejarse llevar por la corriente como pensando que los problemas se resolverán solos. El futuro y la gloria son de los hacedores, de los que reclaman su porción de responsabilidad y la aprovechan, dándole el tono y color que consideren necesario.