La decisión, por Aquiles Salcedo.

Hay situaciones en la vida en que uno no sabe cómo actuar, qué hacer, qué decir... en oposición a esto, nos surgen posibles ideas sobre qué deberíamos hacer ante determinada situación; pero no sabemos qué decisión elegir. Todo esto lo trataré de resumir en un ejemplo muy común que nos pasa a nosotros, los estudiantes, y la posible solución que deberíamos tomar; claro está, desde mi punto de vista.

Te encuentras en el salón de clase, atento a cada palabra que dice el profesor, cuando de repente empiezas a escuchar un susurro inoportuno que no te permite escuchar bien la clase. Enseguida te volteas a ver de dónde proviene ese sonido y te das cuenta que ese sonido tan inoportuno viene de unos compañeros de clase que prefirieron charlar en vez de prestar atención a la clase. En ese mismo instante no sabes si decirles a tus compañeros que se callen o esperar que el profesor les llame la atención.

He aquí la típica disyuntiva que a veces nos ciega y no nos permite elegir la opción más adecuada. Lo más recomendable es pensar muy bien antes de elegir, pero eso sí, rápido. Tampoco hay que escudriñar mucho en detalles; la clave está en dejarnos guiar por nuestro sentido común y decir las cosas sin perder la calma ante la situación que se presente.

Ahora bien, volvamos al ejemplo del salón de clases. al ver a tus compañeros interrumpiendo la clase enseguida piensas -¿les digo que se callen o no-? ¿-qué opción elegirías tú-?

Si escoges la primera opción, es decir, la de callar a tus compañeros, probablemente te molestaste con ellos y a su vez ellos contigo; a partir de ese entonces esa relación de compañerismo se vería interrumpida sólo por un simple llamado de atención que tienes todo el derecho de hacer.

Por otra parte, si escogiste la opción de esperar a que tu profesor ejerciera su autoridad en clase, tú estuviste agradecido de eso y quizás cuando finalizó la clase hablaste con tus compañeros y les comentaste muy amablemente que no debieron charlar en clase y ellos muy receptivos contigo aceptaron tu observación y su compañerismo no se vería afectado.

Como dije esto nos pasa muy a menudo no sólo en nuestras aulas sino ante cada situación que la vida nos presenta. Con este ejemplo queda demostrado que hasta en la situaciones más sencillas tenemos que hacer uso de nuestro coeficiente mental para tomar una decisión.

Finalmente, espero que este ejemplo haya servido para meditar mejor sobre qué decisión tomar ante cualquier situación inesperada que se les presente, con el único fin de pensar bien las cosas y elegir la decisión más correcta.