Entonces. Por María Natalia Sánchez.


Entonces… el movimiento estudiantil, un grupo de jóvenes que luchan por la libertad de expresión, por la libertad de los presos políticos, porque se respeten todas y cada una de las cosas que han sido pisoteadas en este país, contando entre ellas la dignidad venezolana. Salen a las calles, arriesgan sus vidas por sus ideales, se enfrentan a hombres y mujeres de armas con órdenes violentas y represivas. Todo por su país; por esa gran patria que todos amamos.


Pues bien, yo soy una estudiante universitaria que ha vivido más de la mitad de su vida bajo el mandato del actual “gobierno” y que le molestan las mismas cosas que a muchos otros, pero honestamente no veo una conexión muy clara entre pintar mis manos de blanco, pararme en una calle a gritar consignas y el cambio que quiero. Lo he hecho, sí, y es posible que vuelva a hacerlo pero reconociéndolo como un simple recurso psicológico para no sentirme ideológicamente sola en este mar de locuras rojas, rojitas. Y utilizaré esta catarsis masiva siempre y cuando no tenga nada mejor que hacer. Esto es, considerado por muchos, apatía, falta de valor, poco amor por el futuro de Venezuela, etc., pero es mi opinión personal, eso es todo. Prefiero luchar por mi país desde mi pupitre.


Verán, para salir a las calles hay dos opciones: o se dejan las aulas vacías o se deja de investigar algo o de vivir la vida normal de un estudiante universitario (y por normal me refiero a sin la carga política y social que tiene este país). Entonces si protesto por el futuro de Venezuela, ¿Qué pasa con el mío? ¡Que egoísta! Me han dicho, pues mis padres también formaron parte de una generación oprimida que luchaba por sus derechos y por su PATRIA (de una manera no tan pacifica y a veces más efectiva). En ese viejo movimiento murieron muchos, otros tantos dedicaron su juventud a luchar por estas nobles causas, y ahora ellos mismos son los opresores. Entonces si nos guiamos por ese patrón dentro de poco volveremos a caer en el mismo hueco (si es que en algún punto salimos de este).


El problema señores, y lo que me lleva a escribir esto, es que a veces me parece que muchos de los que pertenecen al movimiento estudiantil no se dan cuenta que las balas no son a lo único que exponen su vida, que no es a quedarse afónico por lanzar gritos (a oídos sordos por cierto); el mayor peligro contemporáneo, de lo que no podrán escapar, es el TIEMPO.


Cierto, algunos podrán llegar lejos políticamente, una carrera de éxito y el reconocimiento en los libros de historia (si se logra el cambio), pero muchos, la mayoría de hecho, en caso de que no se conviertan en mártires y pasen a la memoria nacional como símbolos, en una estatua y su nombre en una placa, sólo llegaran a ser uno más del montón, esa idea de masa luchadora, pero nada más. Cuando todo acabe, y si no colocan su vida en primer lugar y se les pasa la mano de “patriotismo”, serán mayores sin un titulo universitario, y cuando lo obtengan (si es que lo obtienen) serán viejos en el mercado laboral, ¿O es que se imaginan que cuando sean unos recién graduados a los 30 o 35 años los consideraran diferentes porque “lucharon por Venezuela”? ¡No, señores! aquellos que creen que son más héroes que los que nos quedamos en las aulas a luchar por este país, para que luego quizá quede algo que salvar y nuestros hijos se sacrifiquen nuevamente, ¡bájense de esa nube! Porque si no pisan tierra, terminarán como he visto a muchos que fueron “revolucionarios” (de verdad) en sus tiempos, pobres y denigrados por la misma sociedad que ellos ayudaron a forjar; con recuerdos de una época en la que fueron el orgullo de sus familias, de una gran parte de su país, pero eso se acaba.


Cuando estén de nuevo en una marcha llevando sol por su patria, piensen dos veces en lo que dejaron de hacer por estar allí y si su país lo vale (¡uy! ¡qué antipatriota!). Si lo vale, claro, pero salir a marchar no es la única manera de demostrarlo. Abandonar como muchos (no todos) su verdadera función como estudiantes para convertirse en un “estudiante pasivo”, no es la manera de querer a su país, ni de sacarlo adelante. Dar TODO por su país no es morir por él, es VIVIR (y prepararse para esta vida) por y con él. Muchos lo hacen y eso es lo que debe ser realmente aplaudido, eso si es ser ESTUDIANTE; porque sí en el futuro ustedes como individuos se nos quedan atrás, eso también es dejar atrás a Venezuela.

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