Solitario avanzas
a través del camino de la compañía,
consciente del futuro
lleno de encuentros y despedidas;
aún rodeado de personas
la soledad de tu corazón no se aleja,
en el fondo
sigues estando solo.
Amigos escasos,
si bien muchos conocidos,
con pesar temes
la despedida de esos valiosos seres;
regocijo y desdicha
ansiada y odiada soledad misma,
un vicio convertido en modo de vida;
necesidad imperiosa la partida,
no olvides los reencuentros
que brindan goce y alegría;
lleva siempre los recuerdos,
ésa es ley de vida.
En el medio del andén
tuviste que elegir,
una de ellas debía partir.
La tomaste entre tus brazos,
pétalos de rosa en la mejilla
en tu boca la miel probaste,
pero el aroma a flores,
frutas y especias se desvanecía;
el durazno se volvió grava
la miel, en melaza se convertía.
Vencido por su recuerdo,
la odias como amas,
inevitable extrañarla y desearla;
vuelves a su lado.
La cambiarás una y mil veces,
te alimentarás de la esencia,
el fruto prohibido de otras mujeres;
mas no importa el engaño,
siempre por vos estará esperando.
Ella te arranca de todos tus cercanos;
amigos,
familiares,
amantes;
ninguno es remedio para tu destino.
La estrella que te guía
es la estrella que te condena;
tu virtud y fatalidad,
ella, la soledad.
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