Pensamientos articulados II. Por Ramón Morales Castel.

4. Escritores mezquinos. A los escritores del Nuevo Testamento les gustaba jugar con las palabras. En Apocalipsis, la palabra Belcebú (Beel´zebub) se traduce como “señor de las moscas”; es en realidad una construcción que utiliza la palabra Baal como pieza. A aquellos escritores, que no sabían mucho de libertad de pensamiento o de diversidad de culto religioso en el mundo (que sí los romanos y los griegos, por ejemplo), y que tenían el mal gusto y la baja costumbre de burlarse de los dioses y creencias extranjeros, les pareció buena idea utilizar el nombre del dios Baal para formar un neologismo, una nueva grosería, el supuesto nombre del demonio. Esa es la gente que escribió la Biblia. Algo parecido se hizo con el dios Pan y con el alquímico Bafomet (Baphomet) más adelante, que prestaron, involuntariamente por supuesto, su forma más popularizada al demonio judeocristiano. Lo importante de todo esto es ver la mala consciencia, la bajeza de espíritu, la deshonestidad filosófica y la mediocridad de los escritores de la Biblia; excúsenme, quise decir del dios judeocristiano...


5. El mito del infierno. Otro ejemplo de la mala traducción de los textos bíblicos es el caso del término “gehenna”. Cuando esta palabra se tradujo como infernus se corrompió parte del sentido del texto original. Gehenna es otro juego de palabras (como “Beelzebub”) que hace una metáfora con el Valle de Ge-Hinnom, donde se encontraban los infames vertederos de basura extramuros de Jerusalén en el tiempo en que se escribió Revelación. En Ge-Hinnom había de todo: basura agusanada, cuerpos en descomposición y, probablemente, pozos de aceite que ardían interminablemente, en apariencia. Era preferible --quizás-- ser crucificado que ser arrojado a la gehenna, es decir, al Ge-Hinnom. La intención del escritor en su exageración de dar una idea del horror del castigo de Dios que era peor que habitar eternamente en la gehenna se intensificó cuando a la traducción del texto al latín se agregó la anotación ignis inextinguibilis que no está en el texto original. Tal vez la voz infernus transmita la idea de “lugar inferior” que era el Valle de Ge-Hinnom, sin embargo terminó asociando la gehenna con las ideas egipcias sobre un lugar subterráneo de castigo y con la imagen de la shoá. Quedó así perfilado el mito del infierno: una exageración del autor (abundan en todo el Nuevo Testamento y más en Apocalipsis), una mala traducción y luego una interpretación paganizada de dicha traducción. Éste es sólo un ejemplo de tantos del desastre textual que llamamos “sagradas escrituras”.


6. Significado de las “aguas inferiores y aguas superiores” en el Génesis. Este es un descubrimiento que no he leído en ningún autor, exégeta o filólogo. Se trata de la imagen de las “aguas inferiores y aguas superiores” del primer capítulo del Génesis. Teólogos y filósofos se han partido la cabeza en la búsqueda del significado de dicha imagen. (Desconozco si alguien lo ha logrado.) Los judíos y los cristianos parecen no dar mucha importancia al hecho de que Moisés fue por un tiempo egipcio; más aún, fue criado como hijo del Faraón y por lo tanto debió haber tenido seguramente una instrucción completa en religión egipcia. Esto es importante porque para un análisis filológico acerca del origen de una idea, es importante conocer el contexto histórico y la historia personal de quien produjo dicha idea. Los egipcios creían que, así como en la tierra había mares y ríos, las llamadas aguas inferiores, en el cielo había una corriente de “aguas superiores” sobre la que navegaba la barca del dios Sol. Hay muchas ilustraciones, frescos y relieves egipcios que evidencian este creencia egipcia (léase, por ejemplo, Max Müller), y no es en absoluto inverosímil que Moisés haya sido instruido al respecto. Pero, ¿no le explicó después YHWH a Moisés que los egipcios se habían equivocado (como siempre ha parecido decir) y que las no hebreas “aguas inferiores y superiores” realmente no existían y que por lo tanto no podían estar incluidas en un relato de la creación del mundo? Todo esto es la prueba de cómo las religiones son creaciones humanas que, frecuentemente, contienen elementos de contrabando entre sí y de cómo la sagrada Biblia incorpora elementos paganos arcaicos a la cosmogonía judeocristiana, prueba a su vez de que el judaísmo y el cristianismo le deben mucho al tan difamado Egipto faraónico.

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