Uno ¡el número uno! ¿Como no voy a empezar este artículo escribiendo el número con el que se conocía al gran Renny Ottolina? Algunos al leer esto se preguntarán: “¿Qué es eso de uno?” otros pensarán: ¿Quién es Renny Ottolina?” sea cual fuese la pregunta, me dirigiré a usted… ¡si! y cuando digo usted, me refiero a cada uno de los que están leyendo este artículo. A continuación se presentarán algunos fragmentos del último show de Renny, con las respectivas disertaciones que se enfocan en nuestra realidad, a partir de algunas propuestas de dicho personaje.
Este reconocido presentador, nacido en la ciudad de Valencia, es visto como un gran comunicador social que aportó mucho a este país. A pesar de haber ayudado a construir la industria de la televisión, se dio cuenta del carácter social y la influencia que causaba en la población; lo que lo llevó a emitir críticas muy tajantes sobre la forma personalista y destructiva en que se manejan estos medios; en consecuencia, tuvieron que cesar las transmisiones de sus programas. Después de eso, incursionó en la política con el lanzamiento de su candidatura presidencial, pero murió en un supuesto accidente mientras viajaba en una avioneta llevando su mensaje: rescatar la dignidad y el bienestar de su pueblo.
Todo progreso en un país viene dado por el amor a la patria y bajo ningún concepto se puede obtener progreso alguno sin dicha característica; en consecuencia: para progresar, se debe pasar por tres peldaños indispensables: la admiración, el respeto, y por último, el amor a la patria; ahora bien, ¿Cómo se puede admirar y respetar a un país si no se le conoce? De la mano con estos tres peldaños, se desprenden las series de programas instructivos: “Conozca Mejor a Venezuela”, “Para Quererla Más”, series que motivaban a los venezolanos a tener más conocimiento de su historia y su geografía. En nuestro caso, para que podamos dominar una lengua extranjera, debemos tener indispensablemente un dominio considerable de nuestra lengua materna. Si partimos de la premisa que reza: “la lengua es cultura”, pienso que no sólo tenemos que dominar nuestra lengua; nos urge saber quienes somos, saber de nuestra cultura y sus tradiciones. No podemos enfocarnos definitivamente en estudiar la cultura de otros países (¡ojo! no estoy diciendo que esto sea malo), por la sencilla razón de que no tendríamos un horizonte, ese sentimiento que demuestran la mayoría de los extranjeros que vienen y se enamoran de nuestro país. Es cuestión de voltearse un momento y decir: “de donde yo vengo hay cosas valiosas que me hacen sentir orgulloso”. No quiero sonar chauvinista con esto, ya que no lo soy en lo absoluto, pero, no deben ser precisamente los extranjeros los únicos que aprecien nuestros valores; naturalmente somos nosotros los que debemos apreciarlos. Si tan solo la mitad de los venezolanos reflexionáramos en eso, tuviésemos un mejor país.
El slogan de El Archifonema nos señala: Perspectivas de la diversidad, justamente, son esas perspectivas de las diferentes ideas las que nos definen como proyecto, como propuesta, como solución a esa cultura apática. Varias veces me he preguntado: ¿Por qué demostramos esa mentalidad cerrada y prejuiciosa para todo? ¿Por qué algunos no se toman las cosas en serio? Este mal no distingue edad, sexo, religión, etc. Yo no logro entender que es lo que pasa en los cerebros de las personas que tienen ese comportamiento; son cerebros que deberían de estar en un museo en un futuro, porque en realidad, son dignos de estudio; ¡sí! un grupo de científicos que descifren ese enigma y detecten a ese gen dañino. Obviamente nadie posee la cualidad de semejarse a los metales preciosos pero, señores, ¿No cree usted que ponerle el sello de “basura” a las cosas de buenas a primeras, sin tener el más mínimo conocimiento de lo que se quiere transmitir, es de poca inteligencia? De ninguna manera creo que a usted le gustaría que le tacharan su trabajo que con tanto esfuerzo realizó, sin saber ni siquiera su contenido. Por ende, yo creo profundamente que esas personas que critican destructivamente y que además, no mueven ni un solo dedo por hacer algo constructivo -porque además de eso, no les gusta participar en nada y son personas que, o sufren trastornos emocionales, o no tienen aspiraciones en la vida-, caerán, en conclusión, en un estrepitoso fracaso por culpa de esa mentalidad que solo lleva al conformismo y al estancamiento. Así que señores, dejemos la apatía y esa conducta desenfadada de “no me importa nada” y participemos, aportemos ideas, construyamos cosas de las que nos sintamos orgullosos en un futuro; pero si usted no quiere tomar parte en algún asunto, no coloque sellos destructivos a los demás y deje participar a todas y cada una de esas diferentes perspectivas de la diversidad.
En el párrafo anterior partimos del slogan de El Archifonema, sin embargo, hay algo que considero muy importante y que se complementa proporcionalmente, tanto a ese slogan, como a cualquier cosa que se le pueda imaginar. Para ello, continúo con un fragmento del último programa de El show de Renny, el cuál explica así: “nadie tiene el privilegio de la verdad, nadie es dueño de la verdad, no es una exclusiva de nadie la verdad y me fue satisfactorio decir verdades como reconocer errores…” Cuando llega a nuestras manos cualquier panfleto, libro o volante que nos proponga la verdad incuestionable sobre cualquier situación, no dejemos que insulten nuestra inteligencia creyendo en este tipo de material. Y usted se preguntará: ¿Qué tiene que ver la verdad en este asunto? Pues muchísimo, porque es la base para explicar la filosofía de las diferentes perspectivas; para ello, me tomaré el abuso de enlazar con otro fragmento de dicho programa, y cito:
“Es muy agradable sentirse con una independencia intelectual. No estoy comprometido con ninguna tendencia, yo considero que cuando alguien dice: “yo estoy comprometido” en ese instante está diciendo: “yo estoy perdiendo mi libertad de pensamiento” porque ya queda encasillado dentro de una tendencia determinada, y quien se encasille dentro de una tendencia determinada, pierde perspectivas de otras tendencias, y como recordamos que la exclusiva de la verdad no pertenece a ningún grupo, cuando se decide por un grupo tranquilamente se perdió la verdad que puedan tener los otros grupos. No es una posición fácil, no es cómoda. No es cómoda porque los grupos sienten una instintiva desconfianza hacia quien dice: “no soy de ustedes” y cuando uno dice “no soy de ningún grupo específico”, caramba, no se está ganando uno ciertamente la simpatía de esos grupos, en este caso los grupos políticos. Pero cuando uno dice: perdón, no estoy con ningún grupo específico porque considero en forma absolutamente sincera de que hay un grupo mayor al cual si me debo, que es el país”
Yo creo firmemente en la convicción del Sr. Ottolina en cuanto a las diferentes perspectivas de cada tendencia; ¿No es eso lo que nos hace críticos, lo que nos hace justos? Siempre es saludable discernir entre las dos caras de la moneda para poder emitir juicios; es que el prejuicio siempre nos ata de pies y manos, y además, nos lleva en contra de toda filosofía progresista. También reconozco que sienta simpatía por alguna tendencia, y pueda que participe directa o indirectamente en alguna de sus actividades, sin embargo, eso no quiere decir que no deje una ventana abierta para saber de las ideas de otras tendencias. Aparte de esto, una cosa importante que quiero señalar: el fragmento habla del caso de los grupos políticos pero, yo creo que se aplica o todo tipo de casos, es decir, en general a todo lo que tenga que ver con grupos y tendencias.
No seamos egoístas con nuestra universidad, con nuestros semejantes ¿De dónde viene esa mentalidad de “me quiero graduar rápido para largarme de este asqueroso país”? ¡Sí! no leyó mal, exactamente eso fue lo que escuché de un ucevista: “asqueroso país” Eso está muy grave. Yo no me quiero imaginar lo que pueda pasar en un futuro si la mayoría de los estudiantes adoptamos esa actitud. El otro día escuché a unos estudiantes que debían inscribir el muy mentado servicio comunitario, lamentándose y lanzando improperios; eso era como una especie de maldición, un castigo terrible que tenían que cumplir, en fin, ¡una ladilla! Ahora yo me pregunto: ¿Cuando esos estudiantes van al comedor universitario, dicen: ¡qué ladilla!? ¿Cuando van a OBE porque les duele una muela dicen: ¡qué ladilla!? ¿Cuando tienen descuento al comprar una entrada para el Aula Magna o el Olímpico, dicen: ¡qué ladilla!? El servicio comunitario no es otra cosa que devolverle al estado un poco de lo que éste invierte en su profesionalización y preparación. Son unas pocas horas que no representan ni la cuarta parte de lo que la universidad y el estado invierten en prepararlos, para que luego le paguen maldiciendo la tierra que les vio nacer.
Las cosas mencionadas, y otros aspectos que faltaron por discernir, me han puesto a reflexionar sobre nuestra manera de ver las cosas. En efecto, creo que debemos pensar un poco más en una visión que se enlace con el progreso y la integridad de nuestros semejantes. ¿Qué le parece si comenzamos en este momento? Para empezar, se me ocurre invitarlo a crear una idea innovadora y compartirla con los demás. Y para terminar, ¿Le gustaría si le invito a participar en lo que usted considere de su agrado y decirle muchas gracias? Está bien, de acuerdo. Le invito a participar y sinceramente le digo: ¡muchas gracias!
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