La Belleza, Musa de la Luz, Esfinge de las Sombras.


Por Jesús Morales Pineda


En las culturas del mundo la belleza representa tal dualidad que es imposible englobar una sola belleza, de hecho es posible afirmar que la belleza son dos cosas, una trágica Esfinge capaz de devorarnos y consumirnos si no estamos a la altura de sus estándares o una musa inspiradora capaz de sublimar nuestra alma, a tal punto que algo tan básico como lo es nuestra idea de la felicidad, esta profundamente vinculado a un ideal estético que, a pesar de variar según la cultura y el tiempo, es un carácter común a todos los seres humanos. Esto último incluye hasta a aquellos que por una limitante fisiológica no pueden ver, si bien una persona con discapacidad visual no conoce la belleza visual, conoce otro tipo de estética, como la sonora o incluso la lógica. Para ellos un sonido o una voz también pueden ser hermosos e incluso un razonamiento o el imaginario de un poema. Claro esta, su noción de belleza esta libre, en mayor parte, de los parámetros socioculturales, que son en su mayoría de naturaleza óptica.


Antes de seguir creo que es pertinente ilustrar mi noción de belleza, esto fue una experiencia real. Era el mes de agosto y yo tenia aproximadamente 14 años, yo estaba en un pueblo del sur de Venezuela llamado El Saman de Apure, un pueblo pequeño a las orillas del río Apure, para la época era la temporada de lluvias y era plena noche, dado que había llovido toda la tarde el cielo estaba despejado, hubo un corto de electricidad, caso común en esta localidad, y yo me encontraba a las orillas del río. Conforme el resplandor artificial se disolvía me percate que el cielo se llenaba de millones de estrellas, era incluso indistinguible una constelación de otra, era el centro de la Vía Láctea. Ya que los insectos se devoraban mi carne, otro caso común del invierno apureño, no pude quedarme más tiempo, pero esa visión de millones de estrellas entremezcladas formando nebulosas de brillo lácteo definieron en mi lo que es belleza, como dije al principio una musa inspiradora de aquello mas sublime del alma.


Pero el concepto de belleza es por mucho no tan constructivo para otros. El caso mas conocido es la percepción estética de las mujeres y como esto afecta el equilibrio social de tal genero. Una mujer hermosa, según definiciones culturales es por mucho aventajada a otras menos provistas. Cuerpo, cara, incluso la actitud es medida estéticamente, y no solo por los hombres, esto ocurre entre las mujeres también. Esto tiene profundas raíces antropológicas, pero los parámetros iniciales han sido privados y depravados, antes solía estar relacionado con la capacidad reproductiva de la mujer, pero ahora los parámetros estéticos son enteramente arbitrarios. En nuestra cultura es flaca, alta, bien provista de senos y trasero, preferentemente rubia y con otros rasgos nórdico-caucasoides; en Mauritania es preferentemente gorda, cachetona, la etnicidad no importa tanto y de altura media. Claro en nuestra cultura la ideografía de una mujer bella se relaciona con la divinidad y la estética helénica, mientras que en el país africano una mujer gorda representa que el esposo es adinerado y la provee más que satisfactoriamente. En ambos casos la belleza se ha vuelto un concepto arbitrario que en occidente causa la privación a los extremos de la anorexia y bulimia; en Mauritania causa algo llamado Gavage, una tradición de engordar a las niñas forzadamente desde los 4 años (Esto puede ser visto en el canal de Youtube Aljazeeraenglish). Pues en este caso recae la belleza en la forma de la Esfinge, un animal mítico el cual devoraba a los hombres que no respondían correctamente su pregunta. Así la belleza devora el autoestima de quien simplemente no esta a la altura de sus estatutos que parecen ya haber cobrado vida propia. Es particularmente notable que nuestro ideal de belleza este constituido por los caracteres mas recesivos de nuestro fenotipo, haciéndolos menos comunes, quizá en ello radica su valor, como el oro que es tan preciado por ser tan escaso.


Las privaciones en que entran las mujeres de occidente por ser “hermosas”, dietas exageradas, cirugías extremas, tratamientos ridículos han logrado que la belleza sea vista como un monstruo amargo y en los últimos años esto se ha extendido a los hombres que previamente portaban su valía en relación a su fortuna. Como decía, estas valoraciones no son solo de los hombres hacia las mujeres, también entre las mujeres; el mejor caso es el de mi muy querida amiga Cecilia. Sin querer ofender, ya que me da igual esto, cecilia es poco agraciada de cara, gordita y ya entradita en años. Un día estábamos viendo Legalmente Rubia y en una escena se quedo viendo a Reese Whiterspoon y Ali Larter fijamente y dijo con cierto tono de melancolía, “ay que niñas tan lindas”. Tal comentario me lleno de mucha reflexión que me provoco decirle lo que por miedo a hondar en su melancolía no dije, quise decirle “Bueno, a ellas no las conozco, pero en verdad tú me pareces más hermosa”. Y era verdad, Cecilia es una de las almas mas hermosas que conozco: noble, amorosa, dedicada, considerada, carismática y una de las pocas personas para con las que siento la voluntad de abrazar y dar cariño; así es, Cecilia es hermosa, y esto no es un cliché ni una declaración condescendiente. La belleza que “veo” en Cecilia es algo que incluso me hace valorarla por encima de mi persona y tal belleza es mas autentica y perdurable que la estética visual de aquellas dos actrices; la belleza que inspira algo que elude la visión y los demás sentidos.


Volviendo a la dualidad de la belleza, jamás he considerado que la belleza en su totalidad sea mala, ni tampoco comparto la anticultura de desterrar todo lo que es bello solo por así serlo. Pienso que la belleza, siendo dejada de fundamentación ética realmente posee un valor metahumano. La belleza puede ser un ideal netamente provisorio, que nos de una idea de lo supremo hasta que lleguemos a entender lo supremo. Pero lo más importante es que la belleza inspira. En nosotros hay una concepción abstracta de belleza entretejida a la idea de plenitud y gloria. Tal belleza es así que nuestro arte esta consagrado a ella, ningún maestro pinto escribió o compuso sin tener un ideal estético, incluso si la obra fuese contrastiva de la estética de su tiempo. Si la dejamos la belleza es verdaderamente inspiradora de lo mejor de nuestra naturaleza, como el concierto de dos violines de Bach en una playa de Croacia, nos lleva más allá de este mundo. Le confiero autenticidad a aquello de que “la verdad es bella por ello la belleza es verdad”. Pero en realidad considero que la belleza es libertad, nos libera momentáneamente de lo que sea que nos ata a este mundo.


Ahora que seria hipocresía de mi parte decir que yo no le hago caso a la belleza física, de hecho tengo parámetros muy definidos de lo que es la estética propia y ajena, y muchos de mis amigos (algunos quienes son redactores en este periódico) me han llamado narcisista. Esto en mi es innegable, pero hay un detalle, a mi me gustan las personas que se acoplan a mi visión de la estética, y en realidad no me molestaría un mundo pleno de personas dentro de algunos parámetros de estética helénica y neojaponesa; pero en realidad esto no me es conducente a valorar a las personas por su físico e incluso mis mejores amistades no son personas particularmente hermosas. Para mí una persona que se gane mi respeto, mi simpatía y ultimadamente mi amor es hermosa, invariablemente a su figura. Me son hermosas porque al igual que aquella visión de agosto llenan mi alma de algo que aun no describo. Todos tenemos la libertad de escoger a quienes nos parecen hermosos físicamente, pero juzgar a las personas según su físico es una Esfinge, primero, siempre habrá alguien más hermoso que uno, ¿acaso eso hace a unos mejores que otros? Juzgar a través del físico es desvalorizar al otro y limitarnos al encuentro de otro posible ser, en quien podemos hallar algo de mayor valía, mutua identificación y realización en el otro.

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