Esperando a fulanito


Por María Natalia Sánchez

¡Otra vez esperando a fulanito!.. ¡Y fulanito que no llega!... le mando un sms, le repico al cell, le mando un mensaje por Messenger a su Blackberry, un e-mail, una nota por Facebook, y mi tía empieza, con que en sus tiempos las personas eran mas confiables, -uno creía más en la gente, la gente creía más en uno, era todo más confiable. Se confiaba más. Si uno decía a las 3 estoy ahí… había que creerle porque no podía uno mandar mensajitos con esas equis por todas partes pa' decir que uno iba a llegar ¡una HORA tarde! ¡La gente era más confiable!- y con ese tono que casi todo el mundo conoce, repite lo que dice cada vez que fulanito llega tarde.


Ahora yo pienso, ¿cómo que la gente era más confiable y más confiada? Nosotros, las nuevas generaciones, amos y señores de esta tecnología casi imprescindible para nuestra vida social, somos los seres más confiados del planeta. Mi tía le hablaba a una persona de carne y hueso, así es muy fácil; yo también confiaría si fulanito me hubiese mirado a los ojos para decirme que estaría ahí. En cambio, le hablo a maquinas frías, (cuando no esta recalentada, claro está), confío en que toda esa maquinaria empresarial me ha hecho un buen equipo, confió en esos científicos que supieron utilizar sus conocimientos a mi favor; incluso, confío en los medios de comunicación y en la publicidad que dieron a conocer ese equipo a través del cual estoy próxima a comunicarme, confío en los organismos de control y protección al consumidor, confío, confío, confío. Envío mensajes que no se si son recibidos, que a veces ni siquiera se envían, confío en que esas redes, que nunca he visto no estén “caídas”. Luego hablo por Messenger, confío en que la persona que esta sentada al otro lado de la pantalla sea con la que yo creo que estoy hablando y que esos caracteres de dibujitos serán comprendidos; aunque debo reconocer que con una cámara y un micrófono esto no seria un problema. Repico para llamar la atención, o para que me llamen, confío en que entiendan lo que ese sonido solitario significa, (y en que no me atiendan para no gastar el saldo). Coloco mis fotos, mi información personal y hasta lo que estoy pensando en una pagina a la vista de todos, confío en mis “amigos” (más de 200). Vivo en un Narnia de píxeles. Un espejo mágico que me muestra rápidamente lo que quiero ver, donde quiero ir, y todo lo que deseo saber. Y así, todo se transforma en un mundo invisible, donde yo voy ciega creyendo que lo veo todo, cuando realmente no es así.


Y entonces me pregunto, cómo es que si con toda esta revolución tecnológica y esa carrera loca hacia el mundo de los supersónicos, lo que queríamos era acercarnos más a nosotros y a las verdades de la ciencia, si queríamos descubrir lo que está detrás de esas cortinas de misterio y disipar esa espesa neblina que nos perturbaba el paisaje de la realidad. Cuestionarlo todo. ¿Cómo es, si todo eso es cierto, que nos convertimos en estos seres que buscan la verdad en un poso limitado de mega bites infinitos? (y de paso me creo lo que dice Wikipedia). Ahora tengo acceso a la información del mundo entero “a un clic de distancia”. Pero ese pequeño impulso generado por mi dedo, puede estar separándome de mucho más de lo que me acerca. Es desde luego, más fácil administrar mi vida desde la PC, descubrir y recorrer el mundo. Y si, siento alegría cuando veo un bonito icono en mis mensajes, y tristeza cuando no me gusta lo que veo o escucho en un mensaje de voz, tal vez los sentimientos siguen ahí. Pero, lo que realmente me maravilla (como espectadora y no como objeto de estudio), es el hecho de que puedo hacerlo. Podría encerrarme en mi casa para siempre, y aún así seguiría existiendo, sintiendo y pensando, (mientras aparezca como conectada), para una parte del mundo. Pero, ese no es el mundo y a veces me parece que se nos olvida un poco, nos confiamos demasiado, pero es que así somos, vivimos en una eterna búsqueda, donde primero tenemos que perdernos, creer que vamos solos, para luego encontrarnos. Y con la tecnología es lo mismo, nos alejamos de los otros seres de dos patas con plástico para poder apreciarnos como a los cuadros de Seurat. Y así mientras espero a fulanito confío en que esta telaraña de cables y señales nos mantenga, al menos unidos para cuando decidamos encontrarnos realmente.


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