Por Ramón Morales Castel
En primer lugar, la vida. Es decir, el verbo, la acción, el hecho de estar vivo; lo cual es la primera y trémula luz de esa llama que nombramos "existencia".
En segundo lugar, la muerte, el reverso de esta moneda que insistimos en honrar sólo por el anverso. La oscuridad rasgada y penetrada por aquella luz, la verdadera agresora.
En tercer lugar, estos universos de materia y energía que son los organismos, templos vivientes de la llama sagrada; cofres sinuosos, carnosos y sensibles, donde se atesora esta moneda única e irrepetible. Los sentimientos y destinos de tales seres, sus almas y lo que éstas contemplan y manipulan: la amistad y el amigo, el amante y el amor.
En cuarto lugar, mi propia alma. Sus caprichos e inclinaciones. Su destino: su fatum. El eje de rotación y la rueda que gira sobre sí misma que es ella. Este niño ensimismado y flemático, a momentos transformándose y superándose a sí mismo, convirtiéndose en lo que será, en lo que está por venir. Mi identidad, y la estructura cambiante que le da forma. El brote floral triple que se levanta del agua putrefacta y senagosa. Estos conceptos y constructos que respeto y a los que soy fiel.
En quinto lugar, la quintaesencia del Mundo: Anima Mundi. El Alma del Mundo. El Alma de
No hay comentarios:
Publicar un comentario