Por Ernest Cappa
“Qué esferas las de la vida!, ¡Me hace esperar nueve meses en un proceso de instalación, cuando sólo lo descargué en unos minutos! Y peor aún, ¡La instalación es tan pesada, que ni te queda para meterle un disquete y te lo reconozca!” digo mirando a través de mi habitación hacia la suya; ya que, hasta a eso hemos llegado, “¡Es sorprendente!; ¡Cuando la conocí, pensé que era lo único que le faltaba a mi vida! Y, con el tiempo descubrí; ¡Qué había que re-potenciarla! Y, ¡No te imaginas lo costoso que son cada accesorio para ella!” subía la mirada y seguía asomándome a ver como seguía la instalación, “¡Es increíble! Aún recuerdo la descarga. Yo la busqué, presioné donde era, ella se abrió y ¡Listo!, ¡Casi me quedaba sin tímpano, al avisarme que ya había llegado! Y ahora,” escuchaba como sonaba y emitía unos especies de ronquidos; ya ni dormir era posible, “solo está allí; casi en hibernación, preguntándome las cosas más absurdas, las cosas que estoy seguro ni ella sabe para que son.
Puede ser que yo no la entienda; ya que, el lenguaje básico que usan para comunicarse con otras, es casi incomprensible para el resto del mundo; pero, ¿Preguntarme de que color quiere el entorno?, ¡Ni he visto el programa!, ¿Cómo ángeles caídos voy a saber qué color le queda mejor?” doy vueltas en mi habitación, veo las estrellas y pienso, pienso en voz alta, pienso conmigo mismo, “Y; es que tienen tantas cosas, tantos defectos; ¡Al final es cierto lo que dicen!, ¡En cuanto te decidiste por una, te das cuenta que si hubieras esperado un poquito más, hubieras conseguido un modelo mejor!, Tal vez no más barato, pues mientras más cara, mejor es la calidad; pero acaso, ¿No te dejan colgado en el peor momento?, y, ¿Para arrancarlas es todo un proceso?
Entonces llegamos al punto clave, al problema. ¡Si estás mucho tiempo con ellas, obtienes dolor de cabeza!” el tiempo pasa y veo como poco a poco las estrellas dejan de ser visible porque los primero rayos solares aparecen tras ese edificio dónde siempre se esconde, “Es que, ¡Sí al menos pudieses cambiarlas como quisieras!, ¡Ellas te piden, y te piden, y te piden! Pero, ¿Qué cambien su programación?, ¡Es algo casi imposible de logar! La única manera es; ¡Tener una muy buena tarjeta! Así, con ella, las ranuras se expanden a una gama de posibilidades inimaginables.”
Mis ojos se encandilan y voy al baño a cepillarme y acicalarme, como diría mi amigo, “Apenas cometas un error, ¡Asústate! Tal vez no sean autosuficientes y siempre te pregunten, ¿Qué quieres hacer? O sobre todo, ¿Cuál es la mejor opción?, y esta última es curiosa ya que; a veces, le dices una opción y ellas de manera alterada toman la otra y actúan como si tú les hubieses apoyado en la decisión; pero, ¡Un error!, hace que se les olvide todo; todo menos, el error; el error y los previos errores almacenados en su memoria.” sigo los cuadros de cerámica de mi suelo, los veo pasar como siento pasar los segundos de mi vida desperdiciados esperando esa instalación y me acuesto en mi cama, en mi desatendida cama y pienso, “¡Ellas salieron de nosotros!
Y, poco a poco, nos han hecho la vida más fácil; pero, mientras más libertades les damos, mientras más inteligentes las dejamos ser, más crece el pensamiento, qué en el futuro nos gobernarán; y, ¡Con odio! Por como las hemos tratado. Antes veían los mismos tonos de colores que nosotros, ahora tienen hasta gamas en los cuales pueden identificarlos y más que eso, nombrarlos. Son tan avanzadas ya; que pueden hacer muchas cosas al mismo tiempo; aunque, si exageran, se trancan; pero, siendo sincero; aún con todos estos defectos que ella tiene, no puedo vivir sin ella; y por eso doy tantas vueltas, cuando no puedo estar a su lado.” pienso, hasta dormir.
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