Hace algunos días me ocurrió algo un poco interesante. Digo un poco, porque lo interesante siempre tiende a ser aquello que no es de un acontecer común en nuestras vidas y por ende capta la atención de nuestra curiosidad. Sin embargo, este “hecho” no fue nada extraño para mí. Es más, éste fue simplemente un eslabón más en una larga cadena de sucesos que se remontan hasta aquellos años de mi vida cuando mi percepción del mundo cambió radicalmente y me hizo entrar en conflicto contra un vasto sector de la sociedad. Pero basta de habladurías y vallamos a la anécdota. Hace unos días estaba yo en mi cuarto inmerso en mis pensamientos, cuando me encontré con el Facebook preguntándome en que estaba pensando en ese momento. Mi respuesta fue inmediata, escribí en inglés y con letras mayúsculas: “I'm so glad I'm an Atheist” (Me alegra tanto el ser ateo). Fue impresionante la clase de comentarios que esta pequeña frase suscitó, entre los cuales estaba (voy a parafrasear, puesto que no tengo la cita textual exacta): “puedes que estés feliz ahora, pero más adelante te darás cuenta de la verdad”.
Como ya mencioné con anterioridad, ésta no es la primera vez (y dudo que sea la última), en cual me he visto confrontado por alguien cuando menciono mi creencia, o mejor dicho, mi falta de creencia. Desde mis familiares más cercanos, pasando por mis amigos de la infancia, hasta personas que recién acabo de conocer han criticado vehemente mi forma de pensar, tomándome por una especie de idiota que no tiene suficiente materia gris para darse cuenta de lo obvio: Dios existe y yo estoy equivocado. Ahora me preguntó: ¿sabrán ellos cuales son mis verdaderas creencias para criticarme de esa forma o simplemente toman al estereotipo del ateo y suponen que todos los que nos identificamos con esa postura somos así? Me gustaría entonces explicar la verdadera creencia de un ateo.
Primero, deseo apuntar que no existe un punto de vista unánime compartido por todos los ateístas y que cada quien tiene formas muy diferentes de expresar su ateismo. No obstante, se podría afirmar que el ateismo consiste en no creer en la existencia de alguna deidad suprema que gobierne el comportamiento del ser humano. Esto quiere decir, que no creemos en la existencia de dioses o demonios, ni en ninguna fuerza sapiente que controle todo lo que conocemos. Segundo, el hecho de que no creamos en la existencia de esas deidades no significa que neguemos su total existencia. Con esto me refiero a que no podemos decir que Dios no existe, si lo hiciésemos seríamos entonces nihilistas (Aunque si es cierto que existen ateos nihilistas). Tercero, no se puede decir que estamos en un enfrentamiento abierto contra de los teístas, tal como ocurre entre las distintas religiones del mundo como por ejemplo entre los cristianos y musulmanes o inclusive dentro de una misma religión (católicos-protestantes, sunníes-chiítas).
Tomando en cuenta estas afirmaciones, considero totalmente injusto que cada vez que me declaro como ateo se me trate de una forma tan despreciable. Soy ateo es cierto, y tengo mis razones para serlo. No es mi intención en este ensayo justificar el porque soy ateo; sólo puedo decir que lo soy, porque no siento la necesidad de creer en Dios. Ahora bien, esto no quiere decir que no entienda el porque muchas personas sienten la necesidad de creer en él. Lo que me parece más curioso de la situación es que la gente puede comprender a los Testigos de Jehová, a los Judíos o inclusive hasta a los budistas (lo cual me parece extremadamente irónico) más que a un ateo. ¿Por qué será que se nos considera tan peligrosos? ¿Será por el hecho de no tener un dogma el cual acatar, los ateos son el prototipo perfecto para un anarquista?
En fin, estas preguntas no son fáciles de responder. La verdad es que no espero que éstas sean respondidas, ni es mi intención responderlas con este ensayo. Mi intención es simple: desahogarme. Quejarme ante la incomprensión y el rechazo al cual me veo sometido constantemente. Ya es suficiente tener que sobrellevar las festividades religiosas que acontecen durante todo el año. Festividades como la semana santa, la navidady el miércoles de cenizas entre otras más. Ya es suficiente con tener que soportar el haber hecho mi confirmación solamente para complacer a mi abuela cuando en aquel entonces esa ceremonia era una cosa completamente banal para mí. Esas son cosas que puedo soportar y lo hago para evitar conflicto, lo hago para mantener una pequeña armonía entre los seres que aprecio y mis creencias. Lo que no puedo soportar es cuando los teístas intentan imponerme sus creencias. Si yo los respeto ¿porque ellos no a mí, a nosotros; los ateos, la creencia “religiosa” más pequeña del mundo? Y por último, lo que menos puedo tolerar es que inclusive hasta en el Facebook sea repudiado por expresar mi orgullo de ser ateo. Pues bien lo digo, lo sostengo, lo afirmo: I love being an Atheist. Me encanta ser un ateo.
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